Desarrollo personal
El cambio del papel del CEO tras COVID: 4 formas

Muchas cosas han cambiado desde que COVID-19 llegó al mundo en marzo de 2020, desde cómo y dónde trabajamos, hasta lo que se espera de los empleadores, pasando por cómo priorizamos nuestros valores. Hemos sido testigos de la Gran Resignación, de un desempleo récord y de una inflación disparada. En los últimos tres años, el papel del CEO se ha adaptado a la rápida transformación de las necesidades de la mano de obra y los clientes.

He tenido el privilegio de ver surgir las mejores prácticas de liderazgo como resultado directo del inmenso cambio provocado por la pandemia. Aunque la misión, la visión y los valores siguen siendo los elementos centrales que determinan la estrella polar de toda empresa, los grandes líderes saben que no pueden estancarse en su búsqueda del éxito.

A continuación figuran algunos de los grandes cambios que he observado que han realizado los líderes ejemplares debido a las muchas lecciones aprendidas en los últimos tres años:

1. Dominar la mentalidad del nuevo CEO

Sin un manual de actuación a mano, la pandemia obligó a los líderes empresariales de todo el mundo a renunciar a creencias arraigadas e inclinarse por el momento para tomar decisiones en tiempo real. Los grandes líderes fueron capaces de abandonar su sentido del control y aprender a prosperar en medio de la incertidumbre y la agitación con una mentalidad colaborativa.

Ahora, cuando la pandemia se está disipando, los directores generales están logrando el éxito manteniendo una mentalidad abierta y ágil. Escuchan a clientes y empleados, y prueban e iteran para llegar a la mejor solución.

Renunciar a una mentalidad fija ha creado oportunidades para aprender, adaptarse y crear algo nuevo. Muchos están viendo cómo ofrecer una nueva flexibilidad a los empleados ha hecho que sus empresas sean más productivas y competitivas. El mundo laboral sigue cambiando a gran velocidad.

En el mundo actual, es tan importante anticiparse y planificar una variedad de posibilidades como estar preparado para pivotar en un instante si surgen circunstancias inesperadas.

2. Hacer de la vulnerabilidad y la transparencia un superpoder

Antes de Covid, muchos directores ejecutivos veían la vulnerabilidad como un signo de debilidad. Durante la pandemia, los grandes directores ejecutivos aprendieron a adoptar una comunicación abierta, transparente y honesta, incluso cuando era difícil compartir la verdad. Y, ahora está bien establecido que no hay debilidad en escuchar una variedad de opiniones.

Ahora, las jerarquías y las estructuras de mando y control están siendo sustituidas por líderes que realmente tratan de entender lo que ocurre en la primera línea de su negocio hablando regularmente con los empleados que conectan directamente con los clientes.

Ahora los líderes escuchan y aprenden de los empleados de todos los niveles de la empresa, en lugar de sentir que tienen que llegar a todas las respuestas por sí solos.

3. Pensar en grande y anticiparse

Ahora más que nunca, los altos directivos buscan activamente perspectivas externas. Cuando las organizaciones toman decisiones en el vacío, pueden aparecer el pensamiento de grupo y el sesgo de confirmación. Los grandes líderes aceptan que a menudo necesitan alejarse del negocio para trabajar “en el negocio”.

El mundo es más complejo que nunca. Y los directores generales son responsables de tomar lo que ocurre en el mundo circundante, darle sentido y elaborar planes en torno a ello. Al anticipar el impacto empresarial de todo, desde la inflación hasta la cadena de suministro y los factores económicos, los líderes toman mejores decisiones y descubren nuevas soluciones.

4. Contratar y retener al equipo adecuado

Los directores ejecutivos siguen siendo responsables de establecer la estrategia, la cultura, la organización, los resultados y la ejecución de su empresa. Y Covid reafirmó lo importante que es contratar y retener a las personas adecuadas para ejecutar esos planes.

Cuando la guerra de talentos se recrudeció durante La Gran Resignación, quedó claro que los empleados leales y comprometidos son un diferenciador inigualable en tiempos difíciles.

Son las personas dispuestas a arremangarse y arrimar el hombro para ayudar a la organización a superar los obstáculos. Sin las personas adecuadas en plantilla, una empresa siempre estará gastando recursos en atraer y formar a una nueva oleada de talentos, en lugar de centrarse en la experiencia del cliente y el balance final.

Los grandes directores generales siempre han sabido que su equipo está más comprometido cuando los empleados entienden cómo su trabajo conecta con el propósito de la empresa. Ahora, los CEO de éxito están aplicando estrategias que se extienden por toda la organización. Con un equipo fuerte, todo el mundo tiene voz, desde los becarios hasta los directivos, lo que aumenta el compromiso y descubre formas alternativas de pensar.

Cuando se produjo la pandemia, todos los dirigentes tuvieron que estar dispuestos a tirar por la borda su plan trienal y empezar de cero. Aunque la pandemia presentó dificultades devastadoras y retos desconocidos, también nos permitió abrir nuestras mentes a una nueva ola de liderazgo.

Los directores generales que supieron adaptarse a los cambios han creado un marco de referencia para seguir avanzando. El director general ya no actúa solo en un despacho a puerta cerrada, informando de sus planes con poca o ninguna información. El líder de hoy se describe mejor como ágil, humilde, vulnerable, transparente, inquisitivo, colaborador y centrado en el empleado.

Para los directores generales, nunca ha habido un momento más emocionante que ahora para influir de forma duradera en el futuro del liderazgo.

Este artículo se publicó primero en Vistage US, puedes leer la versión original en inglés aquí.